A propósito de libertad…
Posesión exótica construida de sueños y de anhelos…
Son los lastres los que ahora me faltan:
ni tengo, ni debo, ni esperan…
Se han terminado los deberes
por decreto de mi solo corazón
y comienzan los haberes jubilosos
de la cosecha del último verano…
¡Qué rica, qué inmensamente rica
recién ahora me sé!
Necesité de este largo otoño que comienza
para reconocer mis riquezas como equipaje.
Estaban ahí los tesoros de mi corazón
y mi corazón estaba con ellos…
el calor, la luz y las sombras;
el roce y la lejanía;
el silencio y los murmullos;
la sequedad y las lágrimas…
Tomo distancia… y puedo verlos;
me retiro… y aprecio sus brillos
y sus formas…
he ascendido un peldaño…
y tengo plena conciencia de sus proporciones.
Y me he encontrado aunque siga un poco perdida…
sigo ignorante aunque ahora sepa tanto…
con esta visión cósmica de mi vieja fragilidad
empeñada durante décadas en ser fortaleza…
Ya lloré los corazones endurecidos;
las venas que estallan;
los silencios y las distancias…
Ahora elijo las palabras que nombran;
las risas que llenan espacios;
los corazones que laten juntos;
las venas que transportan;
los pies dispuestos para el camino…
en resumen… el plural de la vida…
Anuncios, amenazas y torpezas;
mezquindades grandes y pequeñas,
y lo demás… no me importan…
Puedo adueñarme de la risa, de los nombres,
de los perfumes y colores…
Aprendo a ver en la oscuridad;
escuchar en la sordera, caminar en la parálisis…
Porque la soledad es una tortura que ya probé
cuando me descubrí pequeña en el universo
no podrá asaltar por sorpresa ni mis días ni mis noches.
Libre… para comprar y regar un tiesto o no;
para barrer el patio o dejar
que a las hojas las amontone el viento…
y saber que la vida sigue y soy parte de ella
pero no la sostengo con mis hombros…
Libre… porque logré romper barrotes invisibles
aunque puedan imponerme nuevas rejas…
y escabullirme de todos los rebaños
aunque antes me esforzara por ser cordero dócil
intentando calmar la sed y el hambre…»